sábado, 10 de abril de 2010

Emery sufrió un ataque de gran entrenador

El pasado jueves disputaron el partido de vuelta de los cuartos de final de la Europa League, Atlético de Madrid y Valencia en el Vicente Calderón. El resultado de la ida (2-2) ponía en ligera ventaja a los rojiblancos por aquello del valor doble de los goles en campo contrario. Teniendo a Quique Sánchez Flores y a Unai Emery -dos grandes estrategas- el guión del partido era una incógnita. Esa 'batalla' le dejo Quique a Emery ganarla. El Valencia salió con cierto aplomo al campo, esperando a que sus grandes jugadores de ataque resolvieran en algún momento del partido el desaliño que su técnico había preparado con la alineación inicial.

El planteamiento del conjunto ché era claro: salir a esperar durante los primeros compáses (algo que se alargó hasta el minuto 80) para luego esperar la ocasión en la que poder 'matar' al Atleti.

A primera vista el planteamiento táctico sobre el césped era de carácter ofensivo con tres centrales, dos laterales con proyección ofensiva -Jordi Alba y Pablo Hernández-,un pivote, una línea de tres por delante y Villa.

Sobre el papel, el equipo era netamente ofensivo. Pero hicieron falta tan sólo unos minutos para darse cuenta que el desaguisado era absoluto. El Valencia sólo acumulaba jugadores atrás. No creaba ni construía juego (sólo un centrocampista), lo que hacía imposible llegar a la zona de ataque con claridad. En algunos momentos el sistema se convertía en un claro 3-3-3-1. Se acumulaban hasta tres jugadores por banda, lo que provocaba un centro del campo desangelado y, que Silva, el jugador encargado de elaborar el juego de ataque, viniera a recibir muy lejos. Esto provocaba que el equipo fuera largo, carente de ritmo y sin presencia en ataque.




El Atletico de Madrid se encontró cómodo con el partido. El conjunto de la capital del Turia, no creaba peligro hasta que Emery, ya siendo tarde, se dió cuenta de que el equipo no funcionaba. Hizo cambios naturales, jugador por jugador, pero varió el sistema a un 4-4-2. Esa fue la clave. Quique desbordado tuvo que reforzar el campo con Camacho. El Atlético esperaba el final agazapado atrás, por no haber cosechado un gol cuando pudo haberlo conseguido durante el encuentro. El Valencia echó el resto en los últimos diez minutos (lo único que hizo en todo el partido), donde tuvieron hasta dos ocasiones claras de gol, un remate al larguero y un penalti cometido sobre Zigic que el árbitro no señaló.

El planteamiento inicial de Emery no era malo, si la táctica. Y cuando quiso rectificar ya era tarde, cosa que le vino al Atlético y a su entrenador a pedir de boca. Pero, ¿qué hubiera pasado si el árbitro hubiese señalado el penalti sobre Zigic?